Blog de las estaciones de la vida

Falta el Oasis de Don

Escrito por Tait Weigel | dic 22, 2025 4:04:07 p.m.

Desde que tengo uso de razón, quedar con los amigos para comer en Don's Oasis era el sitio de moda. Don, el propietario/chef, hacía que todo el mundo se sintiera bienvenido. Llevaba un gorro de cocinero alto y blanco y una chaqueta a juego, y a menudo atendía la caja registradora para poder hablar un poco con sus amigos clientes. Ya divorciado, su casa era el restaurante y los clientes se convertían en una especie de familia.

Cuando la familia venía de visita era tradición desayunar en Don's. Sus copos de avena se cocían lentamente en leche, se servían en una pequeña fuente con un recipiente de azúcar moreno, otro de pasas y una jarrita de mitad y mitad. Sus tortillas rezumaban queso y cualquier extra que pidiéramos. Tocino perfecto, grandes lonchas de jamón o salchichas en hamburguesas o eslabones.

Mi amiga Helen y yo, ambas viudas, encontramos en el Oasis un lugar acogedor y agradable cuando teníamos días tristes. Don lo entendía y siempre me dedicaba bonitos cumplidos cuando pagaba la cuenta. A veces me cogía de la mano y me decía cosas para levantarme la moral.

Don llegó a los 83 y empezó a fallar. Pronto se jubiló y el Oasis pasó a manos de su hijo; después lo vendió, lo remodeló, lo quemó y nunca más volvió a abrir. Sigue en pie en la entrada norte de la ciudad, con el mismo aspecto, pero vacío. Don falleció antes de que se vendiera el Oasis.

En las tardes solitarias Helen y yo damos paseos en coche, hablando de lo que cada uno de nosotros había hecho ese día y de vez en cuando digo "este es el tipo de día en el que habríamos ido al Oasis de Don en busca de consuelo".